El triunfo del Granma, 60 años después

Por Marta Denis Valle

La Habana (PL) Solo la firme confianza en la factibilidad de las ideas y el apoyo unánime de los expedicionarios permitió el arribo a Cuba del yate Granma, tras una noche tormentosa, suceso que cambió la historia nacional.

Después de siete días de travesía, el desembarco ocurrió el 2 de diciembre de 1956, lejos de la fecha y del lugar previsto; sus integrantes fueron perseguidos de inmediato por fuerzas represivas y en un encuentro armado fatal, a los tres días, la bisoña tropa resultó dispersada.

Esta situación tampoco mermó la convicción de los sobrevivientes que lograron reagruparse durante el mes de diciembre y marcharon a la Sierra Maestra con varios campesinos sumados.

EN UNA CÁSCARA DE NUEZ

Desde Tuxpan, México, la pequeña embarcación trajo a suelo cubano ocho decenas de revolucionarios, la mayoría jóvenes, encabezados por su compatriota de 30 años recién cumplidos, Fidel Castro Ruz (1926-2016), poseedor de un corto pero contundente aval para tal misión.

Fidel, el máximo líder de la Revolución Cubana, reunía en su persona al dirigente estudiantil, juvenil y político, que se enfrentó a la corrupción de los gobernantes neocoloniales -primero- y denunció y enfrentó, después, el golpe militar del 10 de marzo de 1952.

A falta de otro camino, organizó y dirigió el Asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, en respuesta a una dictadura que rompió el llamado juego democrático-representativo.

Su alegato de autodefensa La historia me absolverá expresa el programa de la futura Revolución y fue, precisamente, enarbolado por los expedicionarios del Granma, centrado en los problemas de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo y la salud del pueblo.

Fue cumplido en gran medida durante los primeros meses luego del triunfo revolucionario (el 1 de enero de 1959) y constituye uno de los documentos más trascendentes de la nación cubana.

Fidel Castro, condenado a 15 años en la Causa No. 37 de 1953, guardó prisión en el presidio Modelo de Isla de Pinos; amnistiado (1955) por la presión de la solidaridad de sus compatriotas, marchó a México y allí preparó la expedición del yate Granma, con discreción, disciplina y celeridad.

A Fidel siguieron compañeros moncadistas y otros como Camilo Cienfuegos, futuro comandante, y el médico argentino Ernesto Guevara, el Che internacionalista; el veterano luchador ortodoxo Juan Manuel Márquez y nuevas incorporaciones de jóvenes atraídos por la Revolución.

El Movimiento 26 de Julio, fundado tras la liberación de los moncadistas, fue concentrando un nutrido grupo de jóvenes seleccionados en Cuba, en Estados Unidos y en países de Centroamérica; y otros llegaban por su cuenta.

La colecta de fondos (centavo a centavo) en Cuba por el M-26-7 y la creación de clubes patrióticos en el exterior (como antes hizo José Martí) centraron la labor de los revolucionarios en los meses anteriores a la expedición del Granma.

Alguna vez escuché que los expedicionarios vinieron a Cuba en una cáscara de nuez, pues asombra cómo en esa nave pudieron viajar 82 hombres, armas, municiones y algunos alimentos, una carga más de tres veces la habitual para su capacidad.

La blanca embarcación de madera (tonelaje bruto 54,88 y neto, 19,23) fue construida en 1943, y su estado era satisfactorio solo para 25 personas.

A las 01.30 horas del 25 de noviembre de 1956, con las luces apagadas, bajo la lluvia y la prohibición de navegación por mal tiempo, el Granma zarpó rumbo al Golfo de México y enfiló después por las aguas del Caribe hacia la costa sudeste cubana.

Navegó en mar abierto, despegado lo más posible de las costas, y cambiando el rumbo cada 24 horas.

Según cálculos previos, debía llegar a las costas orientales cubanas al quinto de día de su salida de Tuxpan y ser apoyado por el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, organizado por el Movimiento 26 de Julio.

En el trayecto, el capitán Onelio Pino y el piloto Roberto Roque descubrieron -al divisar el Faro Triángulo en un cayo cercano a las costas de Yucatán- que el yate navegaba a una velocidad de 7,2 nudos y no a 10 como se estimaba.

El mal tiempo -lluvia y viento- al salir de México provocó mareos y vómitos a los pasajeros y en la noche previa al desembarco hubo grandes olas que cubrían la proa, el piloto Roque cayó al agua y sólo fue encontrado tras varias vueltas en la misma zona.

Casi agotado el combustible y apenas sin alimentos a bordo, Fidel ordenó enfilar a toda velocidad hacia la costa y el Granma entró en el canal de Niquero hasta quedar atascado en Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas, al noroeste de Cabo Cruz,
provincia de Oriente.

DESEMBARCO Y EXPEDICIONARIOS

Eran las seis de la mañana del 2 de diciembre cuando comenzó el penoso desembarco, pues la casualidad los había llevado a un pantano que penetraba en el mar y se prolongaba tierra adentro.

Para mayor inconveniente fueron observados por una lancha de cabotaje y un barco arenero.

Lejos de los lugares donde eran esperados por colaboradores del M-26-7 y extenuados por una difícil marcha, el 5 de diciembre los expedicionarios fueron localizados y atacados por el ejército de Fulgencio Batista, a causa de una delación, suceso conocido como la sorpresa de Alegría de Pío.

De los 82 expedicionarios, con un promedio de edad de 27 años, hubo 21 mártires: tres murieron en esa acción, y 18 resultaron capturados y asesinados en los días sucesivos.

La mayor parte de ellos (61) supervivieron: 21, detenidos posteriormente, conservaron la vida y fueron condenados a prisión en Isla de Pinos; y 20 lograron reagruparse durante el mes de diciembre y marcharon a la Sierra Maestra con varios campesinos sumados.

De otros 20 que escaparon, siete se incorporaron a la guerrilla más tarde.

En 1956 seremos libres o seremos mártires, había afirmado Fidel Castro, y a pesar de las adversidades antes de concluir el mes, cumplió su promesa de abrir un frente guerrillero en la Sierra Maestra con un grupo de sobrevivientes.

Desde entonces al primero de enero de 1959, Fidel encabezó la lucha armada por la verdadera liberación y se comprobó en la práctica su idea de que era posible derrotar un ejército profesional.

En la madrugada del 17 de enero de 1957, la pequeña fuerza ya de 29 rebeldes obtuvo su primera victoria al atacar el Cuartel de la Plata, sin bajas.

El triunfo del Granma, un paso de avance en la Historia de Cuba, redimió la lucha centenaria de este pueblo; posibilitó hacer realidad los sueños y promesas de justicia social, independencia absoluta y soberanía nacional.

Las generaciones pasadas, presentes y futuras deben mucho a ese triunfo, y también toda la humanidad progresista.

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